OPINION, 27 agosto 2020
Definitivamente pronosticar
nuestro futuro no es tan fácil, como a veces lo vemos. Existen múltiples
factores que inciden en el camino para lograr lo planeado. Adicionalmente las
variable que por el camino optemos, pueden o no facilitar el lograr esperado.
Precisamente es ahora donde
vemos que nuestros planes se han visto alterado, afectados, destruidos, frente
al covid-19. Quien iba a pensar que esto se aparecería de súbito, a pesar de
que otros países ya lo sabían pero por nuestras relaciones con ellos e
inclusive dentro de nuestro medio tampoco se tomó en serio el mortal efecto que
nos afectaría.
Esto quiere decir que debemos
andar con pasos más seguros, por un lado, pero por otro analizando que es lo
que está pasando en el medio, tomando en cuenta que ese medio nos puede afectar
en cualquier momento. Parece que bajamos la guardia y claro, si no sabemos que
es lo que pasa donde nuestros ‘amigos’, menos preparados estaremos para superar
dificultades.
Siempre tendremos razones para
fundamentar tanto el fracaso como el éxito, siendo más difícil el fracaso que
el éxito. Porqué, al haber recibido el golpe, el daño, el efecto, fue
precisamente por habernos confiado de nuestras fuentes de información y de
nuestro desconocimiento de lo que pasaba. Será la última vez, eso decimos, sin
darnos cuenta que seguimos desinformados.
Un ejemplo, hacemos unos ocho
años de repente una amiga se indispone, casi no llega al hospital, donde inmediatamente
a urgencia los facultativos la salvan, quedando en Urgencias. Afortunadamente
se recupera, no lo suficiente. Personal de apoyo médico le consultan y donde se
va a recuperar. Donde vivo. Pero como si estará sola. Es allí donde vivo.
El problema no es ese, usted
debe recuperarse. Conclusión, se recupera donde sus familiares. Regresar, es
una opción pero no la mejor. Vende su casa y con los fondos recibidos compra
otra en esta área. Pasan unos años y ve que hay otras opciones. Precio de venta
le da para cubrir el de compra.
Que hacer, comprar la nueva
opción y gozar de ella por un par de
años. Pero no conforme decide vender, coincidiendo precio de venta casi con el
de compra de algo mejor. ¡Wow! A pesar del covid-19 su fe en Dios hace que todo
le salga y el anhelado lugar sea su nuevo techo. Parece que lo que ella quería
estaba escrito que tarde o temprano sería de ella. Maravilloso
Pero que tal lo que nos pasó.
Iniciado el año se presenta el covid-19, con otro nombre, y los lugares donde
nuestra organización realizaba sus clases, once instituciones se ven alteradas
precisamente por sus efectos. No había pasado de mi sopor cuando me entero que
mis ilusiones de cumplir 15 años de servicio a la comunidad, se daban al
traste.
Cuidado, no habíamos pensado
en cómo salir de lo que las circunstancias, a casi todo el mundo, ha afectado.
El mantenernos informados, o mejor en relación con personas que tienen más
conocimiento que nosotros, una opción era continuar prestando nuestro servicio
en línea.
¡Qué, cómo, cuándo! Como así
que en línea. Sí, el milagro, si así se puede llamar, una de nuestras
estudiantes me invita a una conferencia en línea. Recién me entero de la
viabilidad de asistir a muchas reuniones desde el lugar donde me encuentre a
través de Zoom. ¡Wow! Rápidamente adopto el sistema, me comunico con mis
estudiantes y una vez más en acción.
Poco a poco nuevos profesores
llegan al redil y casi de inmediato regresamos a la normalidad. Bueno pero no
podíamos allí quedarnos, tenía que continuar promoviendo mi “empresa”. Es así
como una de nuestra profesoras, italiana, me invita a que hagamos un curso para
principiantes y nivel intermedio. Claro, de inmediato recurro a mis listados de
italianos que en el pasado han asistido a nuestros cursos. 10 estudiantes.
Afortunadamente a mis “proveedores”
los había tenido informados de lo que estábamos haciendo. Uno de ellos me dice,
“Cuando desees promover tus cursos con gusto cuenta con nosotros”. De inmediato,
el Sistema de Bibliotecas del Condado Martin incluye dentro de su programa de
actividades, la de nuestro curso.
El 10 de agosto abro mi
computador, lo pongo a funcionar y que casualidad más de 30 correos
electrónicos deseando inscribirse en tal curso. No podía ser, era imposible
tanta gente para este curso. No lo podía creer.
De inmediato inicié el
registro de cada uno de los solicitantes. A quienes no tenían toda la
información necesaria preparar correos de respuesta y al resto registrarlos
manualmente para luego codificar en listados en el computador. Terminé, en
principio, tal labor a las 1 a.m.
Informada la profesora a cargo, me indica cambio de estrategia, abriremos clases toda la semana, inclusive el sábado y lo haremos no solo por un mes sino por dos meses. Hasta ese momento 30 estudiantes inscritos. Pero el día siguiente 20. OK. Continuar inscripción. Profesora agradece ampliar tamaño de los grupos para satisfacer demanda. Tercer día. 17 más, en lista de espera. Esto era imposible. No. Esto es la realidad. ¿Quién dijo que los tiempos han cambiado? Nunca habían estado mejores. ¡A Dios gracias!
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