domingo, 8 de marzo de 2020

TODO TIENE UN PRINCIPIO QUE A VECES OLVIDAMOS MUY PRONTO


OPINION, 12 marzo 2020

En una de nuestras clases de conversación en español, en el Port St. Lucie Botanical Gardens nació la idea de rememorar de dónde veníamos y para dónde íbamos. La conversación giro sobre como orientamos nuestra vida para llegar hoy en día a lo que tuvo origen hace sus buenos años.

Inicié la conversación haciendo mención a mis inicios. Fue una experiencia tonificante, ya que tal recuerdo me hizo vivir una etapa muy importante en el inicio de lo que dio lugar a todo un mundo de actividades que de otra forma no hubiera realizado. Claro, no hay duda, de no haberlo hecho, otro hubiera sido mi destino.

Veamos cómo nació todo. Desde niño sentí el deseo y la habilidad de dibujar tomando como ejemplo las tiras cómicas de los periódicos, en especial los días domingo cuando traían los monitos a color. No veía yo el momento para comprar unos dibujos realizados por profesionales que me daban la idea de lo que yo debería realizar.

Tal motivación dio lugar para que mis padres me orientaran sobre cómo llegar a una institución de dibujo artístico y además dibujo arquitectónico. No sé cómo podría yo llegar a la mejor institución con tal grado de desarrollo y prestigio que yo iría a heredar. El Departamento de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia.

En mis primeros pinos de tal “carrera” nació en mí el deseo de dibujar la cara de mi querida abuelita Matilde. Cuál no sería su fe y la de mis padres creer que yo podría dibujarla, en especial si solo hacía poco había iniciado el curso respectivo. Sea como sea, realicé tal obra que yo mismo quedé asombrado de la fidelidad con que lo había logrado.

Mi padre, Pedro, me premió, si así se puede decir, con enmarcar tal dibujo en un cuadro para luego colocarlo en la sala de nuestra casa. Nunca había notado que alguien dijera algo de mí “obra”, hasta que un día llegó la visita de la Sra. Leonor, vecina de la cuadra donde vivíamos, a visitar a mi bella madre, Aura.

Su primer comentario fue y ese dibujo ¿de quién es? Mi madre le dijo que correspondía a la madre de mi padre. Su segunda pregunta fue ¿Y quién la dibujo?, a lo que mi madre le dijo que su hijo Nelson. Sin decir más, más tarde me enteré que ella era profesora de inglés, le dijo a mi madre: “A este joven debemos apoyarlo”, “El tiene madera para hacer algo en la vida”.
“Que venga a mi casa para que iniciemos clases de inglés”. ¿What? Si y así inicié un curso con duración de tres años y medio completamente privada.

Dentro de mis inquietudes estaba la de encontrar una fuente de trabajo. En aquella época además de mis estudios nocturnos se complementaban con apoyo a mis padres en la fabricación de muebles. Mi hermano mayor me dijo: “Porque no enseñas lo que ya sabes, tanto en dibujo artístico y arquitectónico como en inglés”. Pero cómo, si a duras penas manejo lo básico. Bueno, me dijo él, “Tu ya sabes lo básico pero tus estudiantes no”. ¡Wow! Tenía razón, pero yo no era profesor.

¡Ah!, pero en aquel entonces el Centro Colombo Americano abría clases para profesores de inglés. Sin más ni más “me lance a la conquista del espacio”. En el Colombo me aceptaron. A su término, ofrecieron un curso de un año para Secretarios bilingües, sin más ni más acepté. Recuerdo que no tenía dinero para la matricula, pedí una beca, me dieron media. Gracias a Dios mis padres y mi novia, hoy en día mi señora, me facilitaron la diferencia. Terminé, me gradué y pronto abriría un Centro de Clases de Inglés en un apartamento enfrente al Teatro Colombia, allá en Bogotá. Llegué a tener 30 alumnos. Tiempo después tuve que cerrarlo me habían robado.

Casi el mismo día tuve conocimiento que El Instituto Lingüístico Colombo Americano, bajo el auspicio del Ministerio de Educación y la Universidad de California en los Angeles – UCLA -
llamaban a concurso profesores que desearán complementar su preparación. Cinco meses intensivos con dedicación a tiempo completo, becados. Me presente y me aceptaron.

Casualmente me encontré con quien había sido mi profesora en el curso del Colombo. Cuál no sería mi sorpresa cuando me dice que ella no podia continuar con su clase de Secretariado Bilingüe y por lo tanto me ofrecía su posición. ¡Quede estupefacto! Yo. Sí tú, “Ya he hablado con las directivas del Centro y están de acuerdo”.

¡Oh Dios! y así se hizo, entré como profesor bilingüe para dictar partes del curso sobre “Business practices”. No había pasado un mes cuando encontré en mi casillero del Colombo un anuncio de una vacante. Imposible. Estaba hecha para mí. Sin pensarlo dos veces fui a sus oficinas y en término de tres semanas me encontraba en sus oficinas en Lima, Perú, recibiendo orientación sobre el manejo del cargo de ¡Asistente Administrativo!


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.