SKIN CANCER, BUT WHY ME?

OPINION, 6 febrero 2020

No tengo de que quejarme. Hay cosas que debemos tomar tal como ellas llegan. Hay momentos que nosotros no tenemos el control de las cosas y por lo tanto debemos enfrentarnos a ellos, quiéralo uno o no. Ya en el pasado había recibido la ingrata noticia, tenía un cáncer. ¡Wow! ¿Por qué yo? Habiendo tantas personas saludables me tocaba a mí, pero así fue.

Al mismo tiempo que a mí me toco, también Dios me tenía predestinado para que encontrara la solución, los mecanismos para su respectivo tratamiento, por eso les puedo escribir. Bueno pues en esta oportunidad nuestro dermatólogo descubrió que yo tenía un cáncer debido a la exposición al sol en alguna etapa de mi vida.

Pero una vez más Dios me daba la oportunidad de encontrar los mecanismos que me resolviera el problema. Cirugía. Nuestro cirujano consideró que el procedimiento se realizara en dos etapas, una la de extracción del cáncer en su consultorio, en la mañana, y otra la de un cirujano plástico que se encargaría de la parte  respectiva  el mismo día pero en las horas de la tarde y obviamente en su consultorio.

Inicialmente creí que ese era el procedimiento a seguir. Aun así me dio por echar una mirada en Youtube. Allí encontré videos de centros médicos especializados en tales procedimientos. Uno de ellas la Mayo Clinic en Jacksonville, donde un profesional especializado en tal tipo de cáncer, el Dr. Martínez,  explicaba el procedimiento a seguir.

Descubrí que el procedimiento como tal no era complicado para un experto, inclusive incuyendo la cirugía plástica, siempre y cuando se dispusiera de un laboratorio que una vez iniciada la intervención quirúrgica, debía verificar en forma inmediata si la piel afectada se encontraba libre del cáncer. Caso negativo, el facultativo debería retirar más tejido y seguir el mismo procedimiento.  Por otro lado no se mencionaba la necesidad de otro profesional para la parte plástica, lo que implicaba que el mismo cirujano era especializado en todo el procedimiento.

Frente a esta realidad, me di cuenta que debía buscar una segunda opinión, ¿pero cuál? La Mayo Clinic en Jacksonville, claro yo la conocía y sabía de su nivel profesional. Así que sin pensarlo dos veces entré en contacto con la Clínica. Cita inmediata con el Dr. Martínez, ¿What? Si, con el mismo profesional que aparecía en el video. 

Profesional bilingüe, especializado en tal tipo de cáncer, colombiano, adicionalmente laboratorio por excelencia, disponible para el procedimiento de apoyo respectivo. ¡Wow! Mejor imposible.   Es cierto que la distancia entre La Clínica Mayo y nuestra residencia en Port St. Lucie significaba viajar más de cuatro horas. Esto implicó viajes entre las 2 y 3 de la mañana para llegar a tiempo a la respectiva consulta, lo mismo que el día de la cirugía.

Solo viviendo la realidad de las cosas uno puede entender el qué, el cómo, el cuándo, etc., de otro forma solo son especulaciones.  28 de enero, 2 de la mañana en camino a la Clínica Mayo, a las 9:45 cita para la cirugía respectiva. Sinceramente yo creía que el procedimiento iba a ser sencillo y corto. Procedimiento terminó a las 1:15 minutos.

Fotografías del área objeto de la cirugía, aplicación del respectivo sedativo, reforzado en dos oportunidades dado el tiempo y necesidad de profundizar  el área del cáncer, tres veces a laboratorio hasta que laboratorio determinó que cáncer extirpado completamente.

Ahora venía la saturación. Procedimiento que diera por terminado el MOHS. Más fotografías e instrucciones a seguir en el postoperatorio. Pero..PARE un momento, de pronto una música de fondo… vallenato, pero, si, con el acompañamiento del Dr. Martínez tanto con su voz como su excepcional y rítmico silbido, que pareciera un concierto. Dios dejo escuchar aquella voz que en forma tan excepcional daba término y misión cumplida, dejándome sorprendido de su histriónica capacidad.

Dios nos da tantas cosas que a veces no sabemos entender, pero que nos dan un idea de cómo El nos riega de bendiciones para superar escollos que de otro forma nos afectarían de por vida, sin opción de salir adelante.