viernes, 8 de febrero de 2019

LA FALTA DE CONOCIMIENTO PUEDE AFECTAR NUESTRO BOLSILLO


OPINION, 14 febrero 2019

Generalmente damos por descontado que quienes creen tener la ‘sartén por el mango’ determinan que nosotros debemos aceptar tales conceptos, dado que viene de ellos, en forma incondicional. ¿Cómo así? Sí, claro, hay momentos donde nosotros nos encontramos en situación de desventaja por no contar con el conocimiento adecuado para tomar decisiones ‘inteligentes’.

Qué pasa cuando llegamos ante personas sean ellas funcionarios gubernamentales, profesionales de la medicina, ventas, compras, etc. para las cuales nosotros no contamos con el conocimiento adecuado para poder manejar una decisión acertada, cuando tal limitación nos obliga a aceptarla afectando no solo nuestro bolsillo sino nuestros principios. 

Me recomiendan un profesional de la medicina para consulta sobre una piedra en el riñón. Voy  a consulta y previos exámenes concluye que se me debe realizar una cirugía. ¿Cómo puedo cuestionar tal concepto? Una buena opción es buscar una segunda opinión, que generalmente puede terminar en lo mismo, aceptar su concepto.

Puede ocurrir que por desconocer el idioma solo consultemos profesionales de habla hispana. No está mal, pero podemos disminuir la probabilidad de conseguir la mejor opción. Por algo fui directamente a la Clínica Mayo en Jacksonville a cuatro horas de distancia. Pero valió la pena.

Regreso a mí caso de la piedra en el riñón. El día previo a la cirugía debía visitar las instalaciones clínicas con el fin de firmar documentos relacionados con el procedimiento médico a seguir. Gracias a Dios aprendí a leer en inglés a temprana edad, por lo tanto podía entender lo que estaba próximo a firmar. En el documento, los que lo redactaron, lo hicieron pensando en su responsabilidad financiera y legal en caso de que el procedimiento no fuera exitoso. Pero y ¿qué tal el paciente? ‘Que se lo coma el lobo’, imposible, ¡verdad!

No, nada de imposible, muy posible. Además no olvidemos que somos hispanos y como tal a veces nos toca ‘comer entero’. El documento implicaba que si el procedimiento no era exitoso el problema sería mío y obviamente subsanarlo afectaría mi bolsillo y no el del cirujano o el centro médico donde se realizara.

¿A quién acudir en ese momento?  A nadie, estaba frente a un documento donde o aceptaba y corría el riesgo o decir NO. Obvio dije NO y no firme los tales documentos, con sorpresa inicial de la persona que me había entregado los documentos. Como iba yo a aceptar que si la cirugía salía mal yo sería el responsable del probable error del procedimiento.

No hace mucho una persona amiga me comentaba como frente a unos dolores de muela, solicitó cita para consulta. El profesional a cargo no se encontraba por lo tanto otro profesional atendió el caso temporalmente. Previo los exámenes de rigor y rayos X se veia que el procedimiento requeriría extracción y luego colocar un puente. Nueva consulta, cuando el profesional a cargo estuviera en la oficina.

El esposo de la amiga cuestionó el probable procedimiento, perder una pieza dental, no es la mejor opción. El profesional a cargo conceptúa que extracción es la solución. Consultada la señora accede ya que si ellos saben lo que están haciendo que puede hacer ella. Aun así, el esposo cree que puede haber otra opción. Se comunica telefónicamente, pero le insisten que esa es la mejor alternativa.

El día de la cita, el profesional a cargo les enseña cómo se encuentra afectado el diente y el procedimiento que van a seguir. El esposo que maneja el inglés agradece revisar el caso ya que pareciera que el dolor ha disminuido o talvez desaparecido. El profesional ausculta nuevamente y llega a la conclusión que en realidad no hay necesidad de extracción en este momento. El dolor había desaparecido. La encía había estado molestando por sensibilidad, pero nada más.

Oh se me había olvidado terminar mi caso con el profesional de la medicina. Me contacta y por escrito dice que si algo me pasa será mi responsabilidad. Una vez más si no entendiera el mensaje por no saber leer me hubiera preocupado. Tal preocupación de parte del profesional podría implicar su sentido profesional o simplemente su bolsillo. Han pasado unos diez años y gracias a los remedios caseros que mi esposa me recomendó, la tal piedra o se desintegró o allí no había nada.

Conclusión, no bajemos la guardia, preparémonos. Hoy en día con Internet y celulares por doquier podemos consultar de inmediato sobre cualquier cosa que nos pueda afectar. Por otro lado es cierto que ya Google desarrollo una máquina que traduce más de 20 idiomas. Esto no quiere decir que te exime de prepararte. Adelante  con pasos de campeón.  


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