OPINION, 14 febrero 2019
Generalmente damos por
descontado que quienes creen tener la ‘sartén por el mango’ determinan que
nosotros debemos aceptar tales conceptos, dado que viene de ellos, en forma
incondicional. ¿Cómo así? Sí, claro, hay momentos donde nosotros nos
encontramos en situación de desventaja por no contar con el conocimiento
adecuado para tomar decisiones ‘inteligentes’.
Qué pasa cuando llegamos ante
personas sean ellas funcionarios gubernamentales, profesionales de la medicina,
ventas, compras, etc. para las cuales nosotros no contamos con el conocimiento
adecuado para poder manejar una decisión acertada, cuando tal limitación nos
obliga a aceptarla afectando no solo nuestro bolsillo sino nuestros
principios.
Me recomiendan un profesional
de la medicina para consulta sobre una piedra en el riñón. Voy a consulta y previos exámenes concluye que se
me debe realizar una cirugía. ¿Cómo puedo cuestionar tal concepto? Una buena
opción es buscar una segunda opinión, que generalmente puede terminar en lo
mismo, aceptar su concepto.
Puede ocurrir que por
desconocer el idioma solo consultemos profesionales de habla hispana. No está
mal, pero podemos disminuir la probabilidad de conseguir la mejor opción. Por
algo fui directamente a la Clínica Mayo en Jacksonville a cuatro horas de
distancia. Pero valió la pena.
Regreso a mí caso de la piedra
en el riñón. El día previo a la cirugía debía visitar las instalaciones
clínicas con el fin de firmar documentos relacionados con el procedimiento médico
a seguir. Gracias a Dios aprendí a leer en inglés a temprana edad, por lo tanto
podía entender lo que estaba próximo a firmar. En el documento, los que lo
redactaron, lo hicieron pensando en su responsabilidad financiera y legal en
caso de que el procedimiento no fuera exitoso. Pero y ¿qué tal el paciente? ‘Que
se lo coma el lobo’, imposible, ¡verdad!
No, nada de imposible, muy
posible. Además no olvidemos que somos hispanos y como tal a veces nos toca ‘comer
entero’. El documento implicaba que si el procedimiento no era exitoso el
problema sería mío y obviamente subsanarlo afectaría mi bolsillo y no el del
cirujano o el centro médico donde se realizara.
¿A quién acudir en ese momento? A nadie, estaba frente a un documento donde o
aceptaba y corría el riesgo o decir NO. Obvio dije NO y no firme los tales
documentos, con sorpresa inicial de la persona que me había entregado los
documentos. Como iba yo a aceptar que si la cirugía salía mal yo sería el
responsable del probable error del procedimiento.
No hace mucho una persona
amiga me comentaba como frente a unos dolores de muela, solicitó cita para
consulta. El profesional a cargo no se encontraba por lo tanto otro profesional
atendió el caso temporalmente. Previo los exámenes de rigor y rayos X se veia
que el procedimiento requeriría extracción y luego colocar un puente. Nueva consulta,
cuando el profesional a cargo estuviera en la oficina.
El esposo de la amiga
cuestionó el probable procedimiento, perder una pieza dental, no es la mejor
opción. El profesional a cargo conceptúa que extracción es la solución.
Consultada la señora accede ya que si ellos saben lo que están haciendo que
puede hacer ella. Aun así, el esposo cree que puede haber otra opción. Se
comunica telefónicamente, pero le insisten que esa es la mejor alternativa.
El día de la cita, el profesional
a cargo les enseña cómo se encuentra afectado el diente y el procedimiento que
van a seguir. El esposo que maneja el inglés agradece revisar el caso ya que
pareciera que el dolor ha disminuido o talvez desaparecido. El profesional
ausculta nuevamente y llega a la conclusión que en realidad no hay necesidad de
extracción en este momento. El dolor había desaparecido. La encía había estado
molestando por sensibilidad, pero nada más.
Oh se me había olvidado
terminar mi caso con el profesional de la medicina. Me contacta y por escrito
dice que si algo me pasa será mi responsabilidad. Una vez más si no entendiera
el mensaje por no saber leer me hubiera preocupado. Tal preocupación de parte
del profesional podría implicar su sentido profesional o simplemente su
bolsillo. Han pasado unos diez años y gracias a los remedios caseros que mi
esposa me recomendó, la tal piedra o se desintegró o allí no había nada.
Conclusión, no bajemos la
guardia, preparémonos. Hoy en día con Internet y celulares por doquier podemos
consultar de inmediato sobre cualquier cosa que nos pueda afectar. Por otro
lado es cierto que ya Google desarrollo una máquina que traduce más de 20
idiomas. Esto no quiere decir que te exime de prepararte. Adelante con pasos de campeón.
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