sábado, 19 de enero de 2019

SUEÑO AMERICANO, PERO ¿PARA QUIEN?


OPINION, 26 enero 2019

Esto de la pobreza es algo que nos puede afectar a todos. Uno puede pensar que un buen pago por hora nos podrá sacar al otro lado, si así fuera de simple la solución estaría cerca, pero no lo es. Generalmente no hay pago que sea suficiente, no habiendo organización. Si, generalmente un buen salario no necesariamente significa problema resuelto.

Uno se da cuenta que esto de la pobreza, va en muchos casos, acorde con los países. Ya que los países desarrollados gozarían de un mejor nivel de vida.  De acuerdo con las estadísticas, el nivel cambia pero aún continúa existiendo la pobreza. Por ejemplo, de acuerdo con las estadísticas en este país tenemos más de 50 millones de personas por debajo del nivel de pobreza.

Lo que uno ve en su medio, es diferente. Seguramente todos o casi todos gozamos de un lugar donde dormir, trabajar, comer, estudiar, etc. Pero parece que esta no es la realidad, pues muchas personas en especial niños de escuela se acuestan sin comer. Terrible realidad. Dado que no conocemos los problemas que pasan en nuestro medio y otras ciudades.

Recuerdo que de niño y aun de joven, nunca llegamos a saber que era la pobreza. Sí, siempre nuestros padres proveían de techo, alimento, trabajo e inclusive uno de nuestros hermanos no solo terminó su primaria, sino que llegó al bachillerato y luego a la universidad. Años más tarde logró su master en Pen State University.

Ahora recuerdo como mi hermano mayor  cultor de la música clásica, llegó a poseer un piano, adquirido gracias a su trabajo y deseo de superación. Obvio, para una trabajadora social, en visita a nuestra casa incluyo, en los datos de la encuesta tal instrumento, concluyendo que no teníamos derecho a la protección de salud, seguramente por estar por encima del índice de pobreza.  

Por otro lado,  me llegó a la mente la necesidad de construir una pequeña habitación  para mí en la casa de mis padres. Para decir lo menos, eso era algo fuera de lugar. Aun así mi padre me autorizó y con madera y los conocimientos que yo tenía de dibujo arquitectónico una casita, que parecía una cabaña de campo. ¡Wow! Alcanzar tal logro me hacía muy feliz. Ya tendría mis haberes en mi propia ‘casa’. Aquello fue para mí algo muy especial.

Regresando a donde iba, tengo conocimiento que en algunas ciudades personas de escasos recursos o las personas llamadas “homeless” se ubican en determinados lugares donde montan pequeñas tiendas y viven, cuando no, buscando la comida o merodeando por  las cercanías a los centros comerciales.

Por otro lado muchas personas, por diferentes razones, se ven precisadas a utilizar sus vehículos como lugar donde vivir. Lo hacen en forma tal que al amanecer se acercan a centros donde les facilitan utilizar el baño y rasurarse, según las necesidades de cada uno.

Es muy probable que excepcionalmente encontremos dentro de tal grupo de residentes excombatientes que decepcionados de la vida, pero teniendo que vivirla, deambulen de ciudad en ciudad, mitigando su decepción. Sea como sea ellos engrosas las filas de las personas no solo con bajos ingresos sino con dificultades, inclusive, para conseguir trabajo, no por que no tengan conocimientos, no, sino porqué al no tener una dirección de donde viven o teléfono, no los pueden ubicar para ofrecerles trabajo. Parece imposible pero ello sucede.

No olvidemos las personas que por diferentes razones se ven obligadas a visitar las iglesias u organizaciones que con su alto sentido de caridad ofrecen comida caliente y gratuita a quienes a sus instalaciones lleguen. Tremendo, pero es así como ellos pueden paliar su necesidad de comida y en muchos lugares encontrar personas con quienes cruzar palabra y sentirse parte de una sociedad, que de ellos, el estado no se preocupa, pero que generosos miembros de la comunidad los ayudan con su mejor buena voluntad.

Frente a esta realidad veamos lo que leí en la revista Fortune del mes de enero, 2019. Un joven de 19 años, trabaja entre 23 y 35 horas en un Walmart en una de las ciudades costeras de Misisipi con horario de trabajo variable,  No puede trabajar en otros partes por los cambios de los turnos. Una familiar lo lleva al trabajo y su mamá lo espera hasta las 11 p.m. para regresarlo a casa.

Su presupuesto le permite comer durante dos semanas por $60 aproximadamente. Está pensando construir una cabina para que su mama viva allí. Pero el dinero no le alcanza. Las personas que viven a su alrededor son día a día más pobres. “Por otro lado, los que nos hacen trabajar están comprando un tercer o cuarto barco. ¿Cómo podemos creer que esto sea el Sueño Americano?”

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