OPINION, 26 enero 2019
Esto de la pobreza es algo que
nos puede afectar a todos. Uno puede pensar que un buen pago por hora nos podrá
sacar al otro lado, si así fuera de simple la solución estaría cerca, pero no
lo es. Generalmente no hay pago que sea suficiente, no habiendo organización.
Si, generalmente un buen salario no necesariamente significa problema resuelto.
Uno se da cuenta que esto de
la pobreza, va en muchos casos, acorde con los países. Ya que los países
desarrollados gozarían de un mejor nivel de vida. De acuerdo con las estadísticas, el nivel
cambia pero aún continúa existiendo la pobreza. Por ejemplo, de acuerdo con las
estadísticas en este país tenemos más de 50 millones de personas por debajo del
nivel de pobreza.
Lo que uno ve en su medio, es
diferente. Seguramente todos o casi todos gozamos de un lugar donde dormir,
trabajar, comer, estudiar, etc. Pero parece que esta no es la realidad, pues
muchas personas en especial niños de escuela se acuestan sin comer. Terrible
realidad. Dado que no conocemos los problemas que pasan en nuestro medio y otras
ciudades.
Recuerdo que de niño y aun de
joven, nunca llegamos a saber que era la pobreza. Sí, siempre nuestros padres
proveían de techo, alimento, trabajo e inclusive uno de nuestros hermanos no
solo terminó su primaria, sino que llegó al bachillerato y luego a la
universidad. Años más tarde logró su master en Pen State University.
Ahora recuerdo como mi hermano
mayor cultor de la música clásica, llegó
a poseer un piano, adquirido gracias a su trabajo y deseo de superación. Obvio,
para una trabajadora social, en visita a nuestra casa incluyo, en los datos de
la encuesta tal instrumento, concluyendo que no teníamos derecho a la protección
de salud, seguramente por estar por encima del índice de pobreza.
Por otro lado, me llegó a la mente la necesidad de construir
una pequeña habitación para mí en la
casa de mis padres. Para decir lo menos, eso era algo fuera de lugar. Aun así
mi padre me autorizó y con madera y los conocimientos que yo tenía de dibujo
arquitectónico una casita, que parecía una cabaña de campo. ¡Wow! Alcanzar tal
logro me hacía muy feliz. Ya tendría mis haberes en mi propia ‘casa’. Aquello
fue para mí algo muy especial.
Regresando a donde iba, tengo
conocimiento que en algunas ciudades personas de escasos recursos o las
personas llamadas “homeless” se ubican en determinados lugares donde montan
pequeñas tiendas y viven, cuando no, buscando la comida o merodeando por las cercanías a los centros comerciales.
Por otro lado muchas personas,
por diferentes razones, se ven precisadas a utilizar sus vehículos como lugar
donde vivir. Lo hacen en forma tal que al amanecer se acercan a centros donde
les facilitan utilizar el baño y rasurarse, según las necesidades de cada uno.
Es muy probable que excepcionalmente
encontremos dentro de tal grupo de residentes excombatientes que decepcionados
de la vida, pero teniendo que vivirla, deambulen de ciudad en ciudad, mitigando
su decepción. Sea como sea ellos engrosas las filas de las personas no solo con
bajos ingresos sino con dificultades, inclusive, para conseguir trabajo, no por
que no tengan conocimientos, no, sino porqué al no tener una dirección de donde
viven o teléfono, no los pueden ubicar para ofrecerles trabajo. Parece
imposible pero ello sucede.
No olvidemos las personas que
por diferentes razones se ven obligadas a visitar las iglesias u organizaciones
que con su alto sentido de caridad ofrecen comida caliente y gratuita a quienes
a sus instalaciones lleguen. Tremendo, pero es así como ellos pueden paliar su
necesidad de comida y en muchos lugares encontrar personas con quienes cruzar
palabra y sentirse parte de una sociedad, que de ellos, el estado no se
preocupa, pero que generosos miembros de la comunidad los ayudan con su mejor
buena voluntad.
Frente a esta realidad veamos
lo que leí en la revista Fortune del mes de enero, 2019. Un joven de 19 años,
trabaja entre 23 y 35 horas en un Walmart en una de las ciudades costeras de
Misisipi con horario de trabajo variable, No puede trabajar en otros partes por los
cambios de los turnos. Una familiar lo lleva al trabajo y su mamá lo espera
hasta las 11 p.m. para regresarlo a casa.
Su presupuesto le permite
comer durante dos semanas por $60 aproximadamente. Está pensando construir una cabina
para que su mama viva allí. Pero el dinero no le alcanza. Las personas que
viven a su alrededor son día a día más pobres. “Por otro lado, los que nos
hacen trabajar están comprando un tercer o cuarto barco. ¿Cómo podemos creer
que esto sea el Sueño Americano?”
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