OPINION, 31 enero 2019
En algunos escritos he
comentado sobre la importancia de estar al tanto de lo que está pasando a
nuestro alrededor. Generalmente, hoy en día, cada uno va por su lado. Nuestro
vecino generalmente es un extraño. Así que si él es un extraño, para nuestros
vecinos también nosotros seremos un extraño. Y esto en ningún sentido nos
conviene. Pareciera que estamos jugando a las escondidas, al parecer sin ningún
sentido. Si nosotros consideramos un aislamiento, no nos damos cuenta que los
vecinos están haciendo lo mismo con nosotros.
No hay duda que mientras
no pase nada, todo puede seguir igual, cada uno en lo suyo. Pero…si algo pasara
y nos sintiéramos impotentes de golpear en la puerta de la casa de nuestro
vecino, y él a su vez quisiera estar aislado de nosotros, tendríamos un
problema, donde saldríamos mal librados, ya que no solo él y los suyos, para no
mencionar el resto de vecinos, al final nadie querra darnos una mano.
Dentro de mi
búsqueda de material para los temas para el periódico o fuentes de información
relacionadas con mis clases tanto de inglés como de español, que lleven un
mensaje a la comunidad, apareció un artículo en la revista AARP edición
diciembre/enero con el siguiente sugestivo mensaje”
HOW ARE YOU DOING?
En otras palabras como me le
va, como la está pasando. Ellos están preocupan por nuestro aislamiento. Y
conste que ellos no nos están marcando, no, solo hablan de la comunidad,
universal. Obvio que tenemos que tomar en cuenta que los posibles afectados
somos nosotros. Pero también nos preguntaremos y a ellos que les importamos nosotros.
He ahí el problema.
Dado que estamos aislados,
para no decir marginados, podríamos ceñir la frente demostrando que el problema
no es nuestro. No lo era hasta el momento en que hayamos leído este mensaje.
Claro, este tipo de aislamiento de que venía hablando nos está también
afectando a nivel de nuestros hogares. Reconozcámoslo o no, eso es
completamente cierto,
Es cierto que, por ejemplo, en
nuestra Iglesia Católica, Holy Family y seguramente en muchas más, al inicio
del servicio religioso se nos recomienda, repito recomiendan un saludo a
nuestro vecino. ¡Wow! Nos tocó saludar a aquella persona con la cual no
queremos entrar en contacto. ¡Que vaina! Parece que el problema no son ellos,
somos nosotros, los que de antemano tomamos una actitud por lo menos pasiva,
para no decir intrascendente. Ni que nos fueran a pedir plata prestada.
Pero, hagamos un pare. Esto
nos puede afectar a la larga. No nos damos cuenta pero estamos creando una
muralla donde solo puede existir apoyo, ayuda, calor humano. Afortunadamente
nuestros vecinos más cercanos nos han dado siempre pruebas de afecto y
consideración. De igual manera hacemos lo posible por mantener una cálida
relación. Inclusive en nuestras caminatas diarias saludamos a todo conductor,
inclusive los jóvenes que esperan su bus para ir a la escuela, quienes hacen
ejercicios en bicicletas, patines e inclusive a una muy gentil vecina que
recoge basuras que se encuentran en nuestro camino. Ellos nos contestan con una
sonrisa, un movimiento de sus manos y donde menos pensamos nos saludan como si
fueramos de la familia.
Según tal artículo,
profundizan en lo que puede estar pasando también en nuestros hogares y o no
queremos hacernos cargo de nuestra responsabilidad como dueños y señores de
casa o creemos que dar de vestir y comer es toda nuestra obligación. Y que tal,
la armonía y dicha diaria que debe reinar en nuestros hogares, estaremos bien o
nuestra estrategia de estar siempre ocupados para salir en grupo al parque, por
ejemplo. Es muy probable que al utilizar una disculpa de estar siempre muy
cansados, llegue el día en que serán nuestros hijos quienes hagan sus programas
por su cuenta sin contar con nosotros.
Regresando con el artículo en
mención, este dice que el aislamiento social es malo para nuestra salud tanto
como si nos fumáramos 15 cigarrillos al día. Será que nos estamos aislando con
nuestro propio consentimiento y es que no solo nosotros, es la familia completa
y luego le echamos la culpa a la conyugue o a los hijos, cuando, tenemos que
ser claros, estamos fallando en la dirección de nuestra familia.
Ellos dan una opción, entrar
en contacto con la organización Connect2Affect.org para evaluar el riesgo y
obtener a tiempo un consejo práctico que nos pueda ayudar. A mi modo de ver
esto merece inmediata atención, si queremos superar lo que puede estar
afectando nuestros seres más queridos, conyugue e hijos, sin olvidar aquellos
que también estén vinculados a nuestros hogares.
Una profesora nuestra comenta
como va con su mamá o visitantes al parque, a la playa, a observar la salida
del sol, a pescar, a pernoctar en un parque nacional con su carpa, etc. Es de
las pocas personas que he escuchado hablar con tanta confianza y sencillez de
algo que nosotros debiéramos estar haciendo. Soy consciente que debemos
aprovechar este llamado de atención y sin necesidad que entremos en muchos
gastos estar en familia en los sitios que a todos les agradan. Actualicémonos,
modernicémonos, mejor dicho salgamos de la cueva antes de que nos saquen de
ella.
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