viernes, 25 de enero de 2019

EL AISLAMIENTO SOCIAL


OPINION, 31 enero 2019

En algunos escritos he comentado sobre la importancia de estar al tanto de lo que está pasando a nuestro alrededor. Generalmente, hoy en día, cada uno va por su lado. Nuestro vecino generalmente es un extraño. Así que si él es un extraño, para nuestros vecinos también nosotros seremos un extraño. Y esto en ningún sentido nos conviene. Pareciera que estamos jugando a las escondidas, al parecer sin ningún sentido. Si nosotros consideramos un aislamiento, no nos damos cuenta que los vecinos están haciendo lo mismo con nosotros.

No hay duda que mientras no pase nada, todo puede seguir igual, cada uno en lo suyo. Pero…si algo pasara y nos sintiéramos impotentes de golpear en la puerta de la casa de nuestro vecino, y él a su vez quisiera estar aislado de nosotros, tendríamos un problema, donde saldríamos mal librados, ya que no solo él y los suyos, para no mencionar el resto de vecinos, al final nadie querra darnos una mano.
Dentro de mi búsqueda de material para los temas para el periódico o fuentes de información relacionadas con mis clases tanto de inglés como de español, que lleven un mensaje a la comunidad, apareció un artículo en la revista AARP edición diciembre/enero con el siguiente sugestivo mensaje”

HOW ARE YOU DOING?

En otras palabras como me le va, como la está pasando. Ellos están preocupan por nuestro aislamiento. Y conste que ellos no nos están marcando, no, solo hablan de la comunidad, universal. Obvio que tenemos que tomar en cuenta que los posibles afectados somos nosotros. Pero también nos preguntaremos y a ellos que les importamos nosotros. He ahí el problema.

Dado que estamos aislados, para no decir marginados, podríamos ceñir la frente demostrando que el problema no es nuestro. No lo era hasta el momento en que hayamos leído este mensaje. Claro, este tipo de aislamiento de que venía hablando nos está también afectando a nivel de nuestros hogares. Reconozcámoslo o no, eso es completamente cierto,

Es cierto que, por ejemplo, en nuestra Iglesia Católica, Holy Family y seguramente en muchas más, al inicio del servicio religioso se nos recomienda, repito recomiendan un saludo a nuestro vecino. ¡Wow! Nos tocó saludar a aquella persona con la cual no queremos entrar en contacto. ¡Que vaina! Parece que el problema no son ellos, somos nosotros, los que de antemano tomamos una actitud por lo menos pasiva, para no decir intrascendente. Ni que nos fueran a pedir plata prestada.

Pero, hagamos un pare. Esto nos puede afectar a la larga. No nos damos cuenta pero estamos creando una muralla donde solo puede existir apoyo, ayuda, calor humano. Afortunadamente nuestros vecinos más cercanos nos han dado siempre pruebas de afecto y consideración. De igual manera hacemos lo posible por mantener una cálida relación. Inclusive en nuestras caminatas diarias saludamos a todo conductor, inclusive los jóvenes que esperan su bus para ir a la escuela, quienes hacen ejercicios en bicicletas, patines e inclusive a una muy gentil vecina que recoge basuras que se encuentran en nuestro camino. Ellos nos contestan con una sonrisa, un movimiento de sus manos y donde menos pensamos nos saludan como si fueramos de la familia.  

Según tal artículo, profundizan en lo que puede estar pasando también en nuestros hogares y o no queremos hacernos cargo de nuestra responsabilidad como dueños y señores de casa o creemos que dar de vestir y comer es toda nuestra obligación. Y que tal, la armonía y dicha diaria que debe reinar en nuestros hogares, estaremos bien o nuestra estrategia de estar siempre ocupados para salir en grupo al parque, por ejemplo. Es muy probable que al utilizar una disculpa de estar siempre muy cansados, llegue el día en que serán nuestros hijos quienes hagan sus programas por su cuenta sin contar con nosotros.

Regresando con el artículo en mención, este dice que el aislamiento social es malo para nuestra salud tanto como si nos fumáramos 15 cigarrillos al día. Será que nos estamos aislando con nuestro propio consentimiento y es que no solo nosotros, es la familia completa y luego le echamos la culpa a la conyugue o a los hijos, cuando, tenemos que ser claros, estamos fallando en la dirección de nuestra familia.

Ellos dan una opción, entrar en contacto con la organización Connect2Affect.org para evaluar el riesgo y obtener a tiempo un consejo práctico que nos pueda ayudar. A mi modo de ver esto merece inmediata atención, si queremos superar lo que puede estar afectando nuestros seres más queridos, conyugue e hijos, sin olvidar aquellos que también estén vinculados a nuestros hogares.

Una profesora nuestra comenta como va con su mamá o visitantes al parque, a la playa, a observar la salida del sol, a pescar, a pernoctar en un parque nacional con su carpa, etc. Es de las pocas personas que he escuchado hablar con tanta confianza y sencillez de algo que nosotros debiéramos estar haciendo. Soy consciente que debemos aprovechar este llamado de atención y sin necesidad que entremos en muchos gastos estar en familia en los sitios que a todos les agradan. Actualicémonos, modernicémonos, mejor dicho salgamos de la cueva antes de que nos saquen de ella.

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