OPINION, 13 diciembre 2018
A veces nos preguntamos si lo
que nos pagan por el trabajo realizado o como empleados es o no suficiente para
vivir. Existen muchísimos factores para tomar en cuenta, no solo los
conocimientos que ofrecemos, sino la experiencia adquirida, calidad
profesional, estudios realizados, postgrados, edad, etc. etc.
Normalmente nos olvidamos del factor
edad, por considerar que ella está lejos. Al paso del tiempo, tal olvido se
paga caro. Algunos jefes de Recursos Humanos consideran que como los carros,
con el tiempo hay que cambiar el parque automotor, ya que son vehículos costosos
por su mantenimiento. Falso enfoque, ya que es cuando contamos con una gran
experiencia, lealtad a la institución y perseverancia para continuar el proceso
de desarrollo de la empresa.
¡Qué problema! Los años
pasaron demasiado pronto y nuestra actualización no fue tan rápida. Por otro
lado llegamos a pensar que al haber acompañado a la empresa y hacerla vendría
la compensación. Olvidando que ellos consideran que el salario compensó el servicio
prestado y punto. Además en ningún contrato de trabajo se habló de la
longevidad en el cargo.
Y claro, nuestro problema no
fue ayer, pero si lo es hoy. Y hoy es un poco tarde para buscar posicionamiento
en campos donde las juventudes vienen con todo su vigor, nuevos conocimiento,
mejor preparación para los nuevos puestos, dados los cambios tecnológicos y
nuevas dinámicas de desarrollo.
A que vengo con este
planteamiento, que hoy en dٕía las personas que pasan de los 50 están siendo
despedidas de sus empresas. En el pasado los afectados eran los hombres, hoy en
día también las mujeres, lo que hace más
dramática la situación, estén casadas o solteras el no haber previsto reservas
para la vejez les afectará no solo económicamente, sino emocionalmente al
encontrarse lejos o alejados de sus hijos.
Bajo el titulo “The Last
Acceptable Prejudice? Y “Age discrimination” el “Editor in Chief” de la revista
AARP, Robert Love dice que por encuestas realizadas por su organización,
trabajadores de 45 años o más la razón de discriminados en la edad en del 90
por ciento. Dos tercios informan que ellos lo han visto o experimentado
personalmente.
Por ejemplo, Julianne Taaffe y
Kathryn Moon rondando por los 60 años tuvieron que salirse de la Ohio State
University. Esto no se presentaba antes, pero el cambio de jefe de Recursos
Humanos hizo que el nuevo considerara a tales personas como “Deadwood” – madera
muerta – y otros epítetos que las que se quedaron sin trabajo.
Es bueno que tengamos en mente,
cuando tengamos efectos negativos en nestro trabajo o le suceda a personas
conocidas, se pongan en comunicación con los abogados de la AARP. Las dos
empleadas ya mencionadas lograron restitución, con reconocimiento de salarios y
beneficios por los días sin trabajo. Además la compañía se vio obligada a
actualizar sus políticas de contratación y despido de personal, protegiendo trabajadores
de mayor edad en el futuro.
Por otro lado la Suprema Corte
tendrá que oir los casos de dos miembros del cuerpo de Bomberos de Arizona que
fueran despedidos en función de la edad. En este caso los abogados de la AARP,
en forma conjunta con la National Employment Lawyers Association, presentaron
un “amicus” – o amigos de la corte – en apoyo de John Guido y Dennis Rankin, de
46 y 54 años de edad que fueran despedidos.
La AARP sugiere que si casos
similares se presentan en su trabajo, no quedarse callados como sucede a la
gran mayoría de despedidos. Según tales encuestas sólo el 4 por ciento de los
empleados que en función de la edad han sido discriminados, han presentado
quejas a sus supervisores.
No hay duda que debemos
aprender de aquellos que han pasado por situaciones difíciles, sin opción de
restitución en sus cargos, para que podamos mantenernos firmes en nuestros
puestos.
Por otro lado nunca será tarde
pensar con tiempo que algo similar nos puede pasar y cogernos con los “calzones
gachos” como dicen los argentinos. De algo nos debe servir la experiencia de
nuestros coterráneos para que “soldado advertido no muere en guerra”.
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