domingo, 9 de septiembre de 2018

A DIOS ROGANDO PERO NUESTRA SALUD CUIDANDO


OPINION, 13 septiembre 2018

¡Cómo de un momento para otro la vida nos puede cambiar! Generalmente ese momento  no lo vemos, pareciera que allí no está, pero si, y con signos de tormenta. Ahí es cuando buscamos a Dios, para que por su intercesión todo vuelva a la calma diaria. ¿Nos habremos ganado tal bendición?

Probablemente no. No vemos con la claridad que deseamos que El nos vea, para que así nos conceda lo que le pedimos. Ya sea, nuestra salud, la de alguien a quien estimamos, a un pariente cercano, a nuestros padres, conyugue o hijos.

Todos nosotros hemos pasado por esos momentos, por un largo período donde la incertidumbre nos agobia, nos hace perder la fé en nosotros mismos, donde prometemos “no volverlo a hacer” o cosas por el estilo. En ese momento el oro y la mirra no son suficientes para lograr lo que nosotros pedimos. Seguro que la oración y el habernos hecho acreedores al perdón de Dios, llegará la luz bendita que ilumine una vez más nuestro camino con la presencia de nuestros seres amados.

Ellos en su angustia, en el medio en que se encuentren también elevarán sus plegarias a nuestro Redentor, pidiendo la salvación de su cuerpo, la pronta recuperación de lo que
no hace mucho tiempo era un cuerpo saludable, lleno de vida, que sin imaginarnos que ya el proceso de enfermedad lo acompañaba, pero cuenta no nos dábamos.

Será que debemos cambiar nuestros hábitos para cuidar nuestra salud, para prevenir aquellos males que nos puedan aquejar? Será que la ida al médico es la salvación. Sin lugar a dudas esto tiene fundamento, no obstante de no ir al facultativo adecuado, de nada nos valdrán nuestras visitas a su consultorio.

Un buen ejemplo que se puede repetir a diario. Un profesional dictaminó deficiencia tiroideica, debiendo consumir determinada medicina de por vida. Ella consideró que así lo debía hacer y lo hizo por tres años. Afortunadamente y de forma casual le consulto a su profesor de yoga, a lo que él le dijo: “Te enseñaré un ejercicio con lo cual no la necesitaras”. Santo remedio. ¿Qué tal todo la vida?

Que tal sería tomar en cuenta lo que con tanta vehemencia nos motivan a hacerlo, no solo en la parte alimenticia, sino también en la afectiva. En el cuidado de la parte física, lo que ingerimos como alimento, muchas veces sin tomar en cuenta los efectos nefastos que nos puede afectar nuestro estado de salud.

Sin duda que el ejercicio físico, en especial, unido a una buena y balanceada alimentación, será una base que nos podrá mantener alejados del médico. Pero que pasará cuando el origen de nuestros malestares vienen de nuestros antepasados, inclusive los más cercanos, ¿nuestros propios padres? No hay duda que todo lo que podamos hacer para preservar nuestra salud, debe ser una prioridad.

Máxime en nuestra país donde, hay que reconocerlo, se hace todo lo posible porque nuestro cuerpo y nuestra mente reciban el alimento, descanso, motivación que nos permita encontrarnos en condiciones, de ello ser posible, óptimas. Sería maravilloso. Solo que normalmente dejamos a un lado la prevención de la salud.

Pareciera que solo hasta que hemos estado al borde de la vida o familiares y personas que apreciamos, nos damos cuenta de lo que debiéramos haber hecho. Pero no será tarde para ese momento, escoja uno para tomar la decisión y no solo ella sino para ponerla en práctica en forma inmediata.

De por sí, ahora podríamos considerar que tal decisión y cuidado de la salud en sus diferentes formas es algo prioritario, que debemos tomar de inmediato para obviar, dentro de lo posible, nuestra preparación integral que nos llevará a un estado de salud físico y mental, que permita manejar nuestra salud con gran acierto.

Esto que les comenté no solo es válido para nosotros, lo es en especial para nuestros padre y nuestros hijos. Todos tenemos prioridad. Lo que significa que las acciones que tomemos cobijen a cada miembro de la familia. Es muy probable que algunos no vean con buenos ojos la toma de tales medidas. Aun así nuestros mejores esfuerzos y convencimiento deberán acompañarnos siempre.

Si no somos nosotros los que propendamos por el bienestar de la familia, quien crees tú que lo hará. Dada la forma de vida que llevamos y la educación que nuestros hijos reciben en las áreas de estudio, revistas, televisión, radio, nos permitirán comprometer a todos para el mejoramiento de la salud.


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