OPINION, 13 septiembre 2018
¡Cómo de un momento para otro la vida nos puede cambiar! Generalmente
ese momento no lo vemos, pareciera que
allí no está, pero si, y con signos de tormenta. Ahí es cuando buscamos a Dios,
para que por su intercesión todo vuelva a la calma diaria. ¿Nos habremos ganado
tal bendición?
Probablemente no. No vemos con la claridad que deseamos que El nos vea,
para que así nos conceda lo que le pedimos. Ya sea, nuestra salud, la de
alguien a quien estimamos, a un pariente cercano, a nuestros padres, conyugue o
hijos.
Todos nosotros hemos pasado por esos momentos, por un largo período
donde la incertidumbre nos agobia, nos hace perder la fé en nosotros mismos,
donde prometemos “no volverlo a hacer” o cosas por el estilo. En ese momento el
oro y la mirra no son suficientes para lograr lo que nosotros pedimos. Seguro
que la oración y el habernos hecho acreedores al perdón de Dios, llegará la luz
bendita que ilumine una vez más nuestro camino con la presencia de nuestros
seres amados.
Ellos en su angustia, en el medio en que se encuentren también elevarán
sus plegarias a nuestro Redentor, pidiendo la salvación de su cuerpo, la pronta
recuperación de lo que
no hace mucho tiempo era un cuerpo saludable, lleno de vida, que sin
imaginarnos que ya el proceso de enfermedad lo acompañaba, pero cuenta no nos
dábamos.
Será que debemos cambiar nuestros hábitos para cuidar nuestra salud,
para prevenir aquellos males que nos puedan aquejar? Será que la ida al médico
es la salvación. Sin lugar a dudas esto tiene fundamento, no obstante de no ir
al facultativo adecuado, de nada nos valdrán nuestras visitas a su consultorio.
Un buen ejemplo que se puede repetir a diario. Un profesional dictaminó deficiencia
tiroideica, debiendo consumir determinada medicina de por vida. Ella consideró
que así lo debía hacer y lo hizo por tres años. Afortunadamente y de forma
casual le consulto a su profesor de yoga, a lo que él le dijo: “Te enseñaré un
ejercicio con lo cual no la necesitaras”. Santo remedio. ¿Qué tal todo la vida?
Que tal sería tomar en cuenta lo que con tanta vehemencia nos motivan a
hacerlo, no solo en la parte alimenticia, sino también en la afectiva. En el cuidado
de la parte física, lo que ingerimos como alimento, muchas veces sin tomar en
cuenta los efectos nefastos que nos puede afectar nuestro estado de salud.
Sin duda que el ejercicio físico, en especial, unido a una buena y
balanceada alimentación, será una base que nos podrá mantener alejados del
médico. Pero que pasará cuando el origen de nuestros malestares vienen de
nuestros antepasados, inclusive los más cercanos, ¿nuestros propios padres? No
hay duda que todo lo que podamos hacer para preservar nuestra salud, debe ser
una prioridad.
Máxime en nuestra país donde, hay que reconocerlo, se hace todo lo
posible porque nuestro cuerpo y nuestra mente reciban el alimento, descanso,
motivación que nos permita encontrarnos en condiciones, de ello ser posible,
óptimas. Sería maravilloso. Solo que normalmente dejamos a un lado la
prevención de la salud.
Pareciera que solo hasta que hemos estado al borde de la vida o
familiares y personas que apreciamos, nos damos cuenta de lo que debiéramos
haber hecho. Pero no será tarde para ese momento, escoja uno para tomar la
decisión y no solo ella sino para ponerla en práctica en forma inmediata.
De por sí, ahora podríamos considerar que tal decisión y cuidado de la
salud en sus diferentes formas es algo prioritario, que debemos tomar de
inmediato para obviar, dentro de lo posible, nuestra preparación integral que
nos llevará a un estado de salud físico y mental, que permita manejar nuestra
salud con gran acierto.
Esto que les comenté no solo es válido para nosotros, lo es en especial
para nuestros padre y nuestros hijos. Todos tenemos prioridad. Lo que significa
que las acciones que tomemos cobijen a cada miembro de la familia. Es muy
probable que algunos no vean con buenos ojos la toma de tales medidas. Aun así
nuestros mejores esfuerzos y convencimiento deberán acompañarnos siempre.
Si no somos nosotros los que propendamos por el bienestar de la familia,
quien crees tú que lo hará. Dada la forma de vida que llevamos y la educación
que nuestros hijos reciben en las áreas de estudio, revistas, televisión,
radio, nos permitirán comprometer a todos para el mejoramiento de la salud.
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