lunes, 4 de junio de 2018

¡CUMPLAMOS CON LA MISION QUE DIOS NOS ENCOMENDO!


OPINION, 7 de junio de 2018

Donde encontraremos la esencia de la vida, si la raíz que nos mantiene vivos, que da color y sabor a cada día que pasamos en este mundo. La familia, sin dudarlo, ¿pero cuál? Será necesario realizar una investigación personal para definirlo o lo dejamos “a la buena de Dios”, ¿qué tal? Cada uno de nosotros tiene su propia versión. Unos quieren vivir acá, otros en Europa, no muchos en Africa, pero si muchos en Australia. Que nos queda, más que desearles a cada cual la dicha eterna, caso de encontrarla.

De pronto esto pueda ser más sencillo si a tiempo nos damos cuenta que misión nos dio Dios para cumplir. No hay duda que esto ya está escrito, solo se necesita seguirlo hasta su cumplimiento, así que no podemos hacernos los que no sabemos, o entendemos, ¿verdad? Por otro lado, debemos ser conscientes que esto no quiere decir que todos sepamos para que somos buenos, aun así nuestra tendencia a creer en nuestros principios religiosos nos facilitará en grado sumo, orientar nuestro diario vivir.

Vivir cada día como si fuera el último, no sería una buena opción si antes no sabemos, no hemos determinado que serán nuestros últimos años, meses o días. Si ello fuere posible sería más fácil orientar nuestras energías en busca del logro de nuestra misión. No tenemos que ponernos muy difíciles para saber qué debemos hacer, ¿verdad?

Pero si el caso fuere así, vivir una vida así como se presente, sin rumbo fijo, aquí y allí, no sería una buena decisión. Esto nos puede pasar cuando muchos golpes en la vida hemos recibido y al final lo que se anhela es el descanso eterno. No siendo esto nuestra situación, ya que pretendemos saber para donde vamos, debemos mantener nuestro espíritu con pensamientos positivos agradeciendo a otros lo que ellos nos han ayudado a salir adelante.

Precisamente llega a mi mente el grato recuerdo de un grupo de oración que teníamos en nuestra comunidad en Quintas del Redil,  Bogotá, conde al reunirnos, intercambiábamos ideas sobre cómo mejor cumplir la palabra de Dios. Al parecer para cada uno de nosotros era claro que algo debíamos hacer en tal dirección, no obstante uno de ellos se preguntaba cuál sería el camino que el Señor le indicaría a él.

En la comunidad que residíamos no nos podía faltar nada, que cubriera las necesidades básicas. No obstante, en frente de nuestra unidad existían muchísimas familias que a duras penas superaban las necesidades diarias. Aun así nuestro miembro de marras no podía entender cuál podría ser el mensaje de Dios para que él lo cumpliera.

Finalmente él se dio cuenta que su misión estaba precisamente enfrente de su cómoda residencia. Allí había necesidades que su precaria habilidad para ganar el sustento diario no era suficiente. El no podría cambiar la forma de vida de tales residentes pero si buscando con ellos formas de superarlas, de encontrar otras formas para paliar sus diarias necesidades.

En este estado de cosas viene a mi mente una de las películas que Netflix pasa por el sistema de televisión. Le recomiendo ver: “The beginning of life: The series using breakthroughs in technology and neuroscience. This series examines how environment affects infants – and how infants can affect our future.

“El inicio de la vida: La serie utiliza los últimos avances en tecnología y la neurociencia. Esta serie examina como el medio ambiente afecta a los niños en su infancia – y como los infantes pueden afectar nuestro futuro”.

Tremendo, como así que lo que le demos a los niños de hoy lo recibiremos mañana, precisamente como respuesta al tipo de cuidados materno, familiar, escolares, etc. ¡Wow! Indudable. Nada menos pero nada más. Y hoy en día vemos como precisamente los jóvenes sin hogares, pero si bien armados, se han visto precisados a dar rienda suelta a sus frustraciones, vejados, aislados, sin amor, pero con una magnifica residencia vacía.

Démonos cuenta que todos somos responsables de todos. No podemos dejar a unos más que a otros la obligación de cumplir con su misión, con la tarea que Dios nos ha encomendado a cada uno. No nos hagamos con “lo que a mí no me toca”, ya que así como tú te portes con los tuyos, ellos mañana nos darán las satisfacciones o los dolores de cabeza, ¡querámoslo o no!


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