OPINION, 22 marzo 2018
Un domingo como cualquiera, no
debiera ser un domingo como tal, si no se aprovecha. Si, debemos ser conscientes
que puede ser muy probable que no tengamos en el futuro cercano esa
oportunidad, en particular con nuestro estado de salud y años a cuestas. Así
que aprovechemos cada día, cada minuto de vida que Dios nos da. No nos demos el
“lujo” de decir “Si yo tuviera su edad haría maravillas”. Hagámoslas hoy.
Ya sé, pero en que, si la
economía no está como para pensar en grandes proyectos, etc. “Otra vez la burra
al maíz”. Siempre encontraremos una
disculpa para dejar de hacer y de decidirlo, como postergarlo. No estamos bien.
Si seguimos así a donde iremos, obvio que
a ninguna parte.
Después de nuestra caminata
habitual, mi señora regó el jardín y yó saque los asientos plegables y los
coloqué en el “driveway” para tomarnos
un delicioso jugo de frutas y vegetales antes del desayuno. De pronto ella me
pregunta: ¿Cómo estarán las ‘milkweed’? que a través de la polimización
aparecieron en el pequeño jardín al lado derecho del ‘deck’.
Yo me imaginé que seguramente
para hoy ya habrían desaparecido. Pues no, ahí estaban, pero no con el mejor de
los cuidados. Nos dimos cuenta que eso no
podía pasar, había que limpiar la zona y hacer algunos arreglos manuales para
no dejar perder ese espacio y las bellas plantas.
Ellas estaban aún allí.
Gracias a Dios aun vivas, pero esperando nuestra llegada para alegrar su
existencia y también la nuestra. De inmediato emprendimos la recuperación del
lugar retirando la yerba que allí se había instalado. El trabajo iba a ser
arduo en particular porque unido a esa área también estaba otra que por razones
de otras ocupaciones no le había dado mantenimiento.
De inmediato iniciamos el
trabajo. Y en este caso las de….’Me salvo la campana’, en pocos minutos
desayunaríamos, Pero antes hagamos un pare. Desayunemos en nuestro “Porch, why
not? La mañana estaba esplendorosa. Pronto nos deleitamos con un chocolate con espuma, con huevos fritos y tortillas con queso. ¡Qué
mejor!
No se podía descansar, había
que seguir con el trabajo iniciado. A cada paso, más trabajo aparecía. Lo
importante no era tomar en cuenta el tiempo utilizado sino lo que aún había que
hacer. Era nuestra tarea del día.
Afortunadamente contamos con las herramientas necesarias para hacerlo pronto y
bien, nuestras manos, garlancha y rastrillo y como trabajo final, recoger lo
que ya sería basura.
Había que extender el trabajo
al área occidental. De pronto y a la vez que removía las yerbas recordé que allí tendría la sorpresa de un
racumín. Dicho y hecho, pronto empezó a asomarse el animalito entre las cercas
del vecino y la nuestra. Con confianza salió de su escondrijo y por la cerca se
fue donde el vecino.
Además, Era muy importante
limpiar parte de la zanja. Esta se había hecho con base en la experiencia de
los dos últimos años, en la época de lluvias el terreno se inunda.
Adicionalmente había que limpiar un un par de cuadrantes que enmarcan las
plantas de plátano y mango, quedando todo como como debía ser.
Esta parte occidental debía
mejorarse, no solo mantenerla limpia sino que nuevas plantas la hiciera lucir
mejor. Que tal un par de bambúes y luego trasplantar la sábila. Había que
preparar el terreno. Así se hizo y ahora esa área quedo muy linda. Finalmente
recoger con el rastrillo la basura que se había creado para colocarla en el
cesto correspondiente.
Para hacerlo corto, nos dieron
las 2:30 de la tarde para terminar el trabajo. La satisfacción se celebró con
un delicioso helado con banano y uvas, cómodamente sentados debajo de un mango,
previamente arreglado para, bajo su sombra colocar un base de madera y dos cómodas
sillas de patio. Un tiempo de descanso, baño con agua fría y directo a
almorzar.
De lo que nos sentimos felices
es haber realizado una labor donde nos gozamos trabajando nuestra tierra y el
futuro de nuestras vidas. El trabajo que se realizó nos dará satisfacciones
infinitas, sin recurrir al dinero, solo la satisfacción personal del deber
cumplido. Como complemento, hoy, cuando regábamos las plantas ví que el
cilantro, que apareció en la base de un guanábano, contaba ya con hojas para la
comida y retoños para alegrarnos la vida. ¡Qué más se puede pedir al Señor!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.