OPINION, 18 enero 2018
Los medios de comunicación
nos traen información fatal sobre los nefastos efectos de la mezcla de los
medicamentos para paliar el dolor y la ansiedad. Seguramente que esto como
muchas otras cosas que pasan no son nuestro problema. Podría uno decir que algo
es un problema frente a la idea de un huracán, verdad que no. Pero será que nos
tienen que decir que el huracán estará con nosotros en pocos días, para que
tomemos conciencia de lo que pasa en nuestro alrededor. ¿Verdad que no? Aun así
la realidad es otra.
El problema se presenta en
los “viejos”, mejor dicho en nuestros familiares que pasan de determinada edad.
Esta edad está mejor definida por la dependencia que ellos tienen de drogas que
les pueden calmar sus dolores o ansiedades, para no decir frustraciones.
Dolores que no son “nuestro problema”, “es su problema”.
Es triste que pasemos toda
una vida haciéndonos los que el problema no es nuestros, en este caso es de los”
viejos”. Pero que pronto nos olvidamos que esos viejos pueden ser los nuestros,
si nuestros abuelos o padres, inclusive hermanos o hermanas mayores que se
deben enfrentar a sus dolores físicos o a la ansiedad causada por el tipo de vida
que tienen. Ya sea por sus decisiones o por haber dedicado su vida a sacarnos
adelante, pero que hoy nos hemos olvidado.
Que pasa con los “viejos”,
tendrá uno que ser sarcástico, para que comprendamos que tan lejos ¿nos
sentimos de quienes un día fueron nuestros seres queridos? El sistema de
familia de hoy, nos impele a dejarlos solos, pero no olvidemos que eso mismo
nos podría pasar a nosotros el día de mañana.
Pero qué pasa con tal
población. Sencillo un grupo de investigadores del Centro Médico de la Universidad
de Columbia, bajo la dirección del Dr. Mark Olfson, médico, observaron en las
historias clínicas de 13.000 adultos que murieron por una sobredosis de opio.
Ellos se dieron cuenta que más de 6 de cada 10 habían sido diagnosticados con
dolores crónicos durante el último año de sus vidas. Muchos de ellos,
inclusive, también sufrían de depresión y ansiedad.
¿Qué es lo que pasa? Más de
la mitad de la gente con dolores crónicos han obtenido prescripciones tanto
para opio como para antidepresivos tales como Valium y Xanax en el año en que
murieron. El Dr. Olfson dijo que la combinación de tales medicamentos incrementan
el riesgo de fallas en la respiración, siendo una de las causas primarias de muerte
en la mayoría de por sobredosis de opio. Esto está afectando a la población que
cubre el Medicare y que supera los 64 años.
Por otro lado desde el año
2000 las muertes por consumo de opio se han cuadruplicado, en particular en
personas mayores de 55 años, estadísticas que indican que el incremento ha sido
mucho mayor.
Qué pena que tales personas
de mayor edad pasen por etapas tan difíciles, que seguramente se ven forzadas a
acudir a tales fármacos, sabiendo que tarde o temprano será su fin, pero por
algún tiempo su uso les permitirá vivir “sin un dolor” tan brutal que solo
ellos podrán experimentar y nosotros, seguramente, no llegar a comprender.
Aun así debemos recapacitar
y frente al problema, a la solución temporal pero a la muerte definitiva, se
pudiera encontrar alguna solución que obviara, lo que hoy les pasa, a aquellos
miembros de la familia. No hay duda que desde el punto de vista humano, si es
del caso, debemos acercarnos a ellos mucho más, en particular para que sus
ansiedades puedan limitarse, gracias al amor que nosotros les podamos
dispensar.
Los informes médicos no nos
indican si son producto de enfermedades terminales o por efectos emocionales
que la sociedad, para no decir la familia, ha marginado y como tal su única
opción son los calmantes que los llevaran a la tumba.
Si en nosotros esta hacer
algo, hagámoslo, acompañémoslos, estemos más cerca, comprendamos las etapas por
las cuales pasan, que problemas tienen que podamos mitigar, alargando su vida
con mejor calidad. No los dejemos solos, seguro estoy que en sus vidas ellos en
algún momento fueron líderes que nos apoyaron para salir adelante, no los
dejemos solos, ¡son también nuestros hermanos en Dios!
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