OPINION, 5 mayo 2017
Existen muchas incógnitas
sobre cuando se sentiría uno tentado a “tirar la toalla”. Suena esto raro, ¿verdad?
Especialmente cuando uno cree que todas las tiene ganadas. Una de ellas puede
ser la del conocimiento de muchísimas cosas que hoy en día se están
convirtiendo en comunes. Por ejemplo, el manejo de los celulares, instalación
de nuevos TV con pantalla plana, carros nuevos con tantos aditamentos electrónicos,
etc.
Uno de ellos, los celulares,
donde la respectiva marca no cuenta con sucursales donde uno va para que le hagan las actualizaciones, o arreglos por
daños o defectos de fabricación, especialmente cuando ellos han sido
manufacturados en China.
Generalmente solo utilizo el
celular para casos de emergencia, una varada o eventos circunstanciales, como
me pasó cuando se me nubló la vista y perdí el control del automóvil. ¿Cómo
comunicarse uno con las personas más importantes en tal momento, la casa, la
compañía de seguros, el médico de cabecera, la ambulancia, etc.?
¿Por qué? Dado que los
celulares se requieren, además, para casos emergentes, siempre deben estar
listos, en especial con la batería cargada, en especial cuando uno esté en
mitad de la carretera, en lugar desconocido.
Algo le pasó a mi celular y
quedo fuera de servicio. Que cambie el SIM. Lo cambio pero sigue sin funcionar.
Se consulta a “expertos” que gentilmente chequean el problema, finalmente la
única opción es entrar en contacto con la compañía, directamente.
Me imagino que usted está
acostumbrado a “su llamada es importante para nosotros” y se la repiten cada
minuto hasta que uno, cansado de cargar el celular, termina por cancelar la llamada
o queda uno incomunicado. Bueno esto fue lo que me pasó la semana pasada. Entré
en contacto con “mi” compañía, que me tuvo en espera algo así como una hora,
para finalmente tener que cambiar de idioma.
¿Cómo así?, “cambiar de
idioma”. Si de español a inglés. Cuando debo manejar terminología técnica prefiero
hacer las consultas en español. En la llamada del día anterior me di cuenta que
dada la demora, preferí llamar para hablar en inglés. En lugar de dejarme
esperando había una opción. ‘Déjenos su número de teléfono y le llamaremos
entre unos 10 a 28 minutos. Esta opción me parece mejor. De acuerdo con el
idioma, ¿así el servicio?
Así lo hice y ellos me llamaron en pocos minutos y se
inició el “calvario”. En general todos
decimos que hablamos inglés, pero cuando hablamos sobre telefonía celular la
cosa es diferente. En mi caso se tenía que “resetear”, en otras palabras, había
que perder todo lo que allí estaba ya registrado y empezar como cuando compré
el celular.
‘Abra el celular’, listo.
Pero es que acaso uno puede abrir un celular, sí, claro, Pero como, esto fue
para mí como abrir una caja de seguridad, casi me rompo las uñas, pero lo hice.
Luego retire la batería y colóquela inmediatamente. No problema. ‘Ahora
presione el botón de la parte superior izquierda y el de la derecha al mismo
tiempo’. ‘Manténgalo así hasta que aparezca la siguiente indicación’.
‘Espere y siga esperando
hasta que aparezca una serie de instrucciones’. Finalmente ‘con el botón del
lado derecho bájelo hasta la siguiente instrucción’. Acá, me equivoqué la
instrucción así que la operaria me dijo que ‘tiene que repetir el paso
anterior, desarmar y retirar temporalmente la batería, etc’. Con gusto.
En esta parte del proceso y
otro que siguió, cambiando de pantalla y de instrucciones gastamos
aproximadamente una hora. Dentro del proceso en más de una oportunidad estuve
tentado a “tirar la toalla”, pero me dije: “no puedo cargar con la culpa de no
haber podido superar este escollo”, así que sigamos señorita.
Al final me dijo ‘ahora tenemos
que confirmar que el aparato funciona’. ‘Haga una llamada telefónica’, ¿pero cómo?,
¡si todos los números de los teléfonos registrados desaparecieron! ¡Ah! Recordé
que teníamos otro teléfono, ¡ah! pero era el mismo con el que me estaba
hablando. Finalmente recordé que había otro celular, pero yo no sabía de
memoria ese número.
De paso tenía que ser muy
cauto al moverme “no fuera a caerse la llamada”. Hice la llamada y funcionó. Le
agradecí de antemano su generosa atención disculpar mi miopía para entender
todas sus instrucciones.
’No, todavía no, aún no
hemos terminado’, pero… ¿y ahora qué hago? ‘Que lo llamen para ver si quedo
recibiendo llamadas’. Así lo hicimos y funcionó. Lleno de júbilo le exprese
nuevamente mi agradecimiento. Había superado “la barrera del sonido”, no, había
superado una nueva experiencia. Experiencia que en el futuro trataré de que sea
en las oficinas de la compañía que me dé, el respaldo que necesito,
precisamente cuando lo necesite.
Lo importante, ‘no tire la
toalla’, pero estuve cerca de hacerlo.
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