OPINION, 27 abril 2017
Había recibido una circular
anunciando la disponibilidad de un puesto en una organización de salud. La
descripción de la vacante coincidía con lo que mis conocimientos, me faltaba
experiencia, lo demás era propio de mi personalidad y formación: diligente,
despierto, puntual, honesto “llevaba el mensaje a García”, adivinaba la acción
a seguir, deseaba trabajar y así lo demostraba mi corta carrera.
Venía de una organización de
renombre a la cual me había vinculado hacia dos meses, El Centro Colombo
Americano. En esta institución me desempeñaba como profesor bilingüe de prácticas
en administración. La institución me daba el respaldo, me creaba la seriedad de
quien era y porqué había llegado allí. No era bachiller, pero mis estudios y hablar
dos idiomas hablaban por sí mismo.
En aquella época, hace un
poco más de medio siglo, hablar inglés, era como hablar hoy chino. No muchas
personas se dedicaban de lleno a estudiarlo, menos con profesora privada, como
lo había hecho yo, además había sido becado por el Instituto Linguístico
Colombo Americano, lo mismo que en el Colombo, como se le conocía. Aun no era
un idioma que atrajera a muchos.
De inmediato me dirigí a
dicha compañía. Entrevista corta y al grano. De inmediato me pidieron que
llenara la hoja de vida y quien me entrevistó, Representante de dicha
organización en Colombia, me preguntó en que tiempo podría asumir el cargo y si
estaría interesado en viajar en término de dos semanas fuera del país para
entrenamiento, en las funciones propia del cargo a asumir.
Cincuenta y cinco años
después me pregunto cómo fui yo, sin tener conocimientos de lo que en aquella época
era rigor: “dress for success” o “dress professionally”. Creo que en aquella
época se llamaba OPORTUNIDAD. Si, estar uno en el lugar preciso, con la
preparación adecuada y el talante necesario para ocupar, sí, mi cargo.
A que vengo con tal
recuerdo. Sencillo, pareciera que el “cake” vale por la decoración más que por
los ingredientes. Nuestra genuina y genial preparación hace la gran diferencia.
Cómo sobresalir, tiene que ver indefectiblemente con la forma como estemos
preparados, de dónde venimos, que universidad, que calidad humana, etc. Hace
poco se hablaba de los contactos, las recomendaciones, las influencias etc. Hoy
parece que eso ha cambiado.
No obstante hoy en día las
empresas no piden, exigen competencia de acuerdo con los avances de la tecnología
y los requerimientos de producción que aseguren, además, un entrega total. En
una revista en inglés, sobre las primeras 50 empresas mas importantes y que
atractivos ofrecen esta algunos que le trascribo: “Work as if you own the
company”, mejor dicho: trabaje como “si fuera el dueño de la empresa” o “You
are limited by yourself”, en otras palabras “el horizonte es tu limite”, “We
have unlimited opportunities to grow”. “Tenemos ilimitadas oportunidades de
desarrollo”. Pero si no es la persona adecuada las compañías se verán obligadas
a: “Penalizing the low performers”, si penalizando a los de baja productividad.
Esto parece un Derby, si una competencia de pura sangre. Así han cambiado las
cosas y los valores humanos.
Esto quiere decir que el problema
no está en cómo nos vistamos, aun cuando tiene importancia, lo vital es nuestra
trayectoria profesional, “expertise”, creatividad, etc. lo mismo que el aporte
que demos a la compañía, en el sitial que pretenden y nosotros representamos la
inversión que ellos están buscando para lograrlo. No hay duda la genialidad es
fundamental. Hoy en día se está importando el capital humano para trabajar en
proyectos de Silicon Valley.
Pero no olvidemos lo que les
comenté en mi pasado artículo sobre como Epstein logró armar en cinco años a
los “Chicago Cubs”, como campeones mundiales. Tenemos que estar preparados para
trabajar en equipo, tener multitud de valores que favorecerán el
enriquecimiento de la organización.
Otras compañías dicen que
proveen “Rapid phase of learning not to get bored”, claro, hay gente tan
preparada que el cargo les queda pequeño y tiene que estar siempre
actualizándose. Antes de que lleguen talentosos jóvenes profesionales chinos, indues
o rusos con doctorados en universidades norteamericanas.
Para concluir, a través del
tiempo mis jefes me orientaron a que siguiera una carrera y no cursos cortos.
Me hice bachiller, luego me gradué como Administrador de Empresas, seguí y
obtuve mi MBA y una especialización en auditoria de sistemas. La satisfacción
personal hizo que nuestros hijos se proyectaran como diseñadora, administrador,
veterinaria, arquitecto en Bogotá. Tres de ellos con grados en USA, un MBA, una
Diseñadora de Modas y una Minister of Divinity.
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