OPINION, 13 abril 2017
Encontré en la revista “Fortune”
la reseña de como Theo Epstein, presidente, Baseball Operations del Chicago
Cubs, hizo para lograr el campeonato mundial del Chicago Cubs y el de Robison
Fabián, labriego boyacense, hijo de agricultores y el pasado 25 de febrero
campeón nacional de ruta de la sub-23.
No podemos hacer
comparaciones, ni es el propósito de esta columna, lo que sí, es citar como con
la aplicación de lo máximo en tecnología y recursos económicos se logra el
éxito o como con tesón y decisión un labriego, entre muchos sueña en un
imposible, hecho realidad. Cada uno ya sea como equipo o individuo logran lo
que se proponen. ¡No hay imposibles!
En el exhaustivo análisis
que el personal a cargo de la revista Fortune, edición del mes de abril, 2017,
junto con especialistas y expertos asesores se escogió 50 a los más grandes líderes
mundiales. Este equipo concluyó que el primero de la lista fuera Theo Epstein.
Todos en tal lista sobresalen por su característica de liderazgo en el medio
ambiente de hoy, tomando como indicadores:
1.
Reconocer la
realidad y ofrecer esperanza, 2. Atraer seguidores juntos en forma física y 3.
Crear puentes de entendimiento.
¿Pero cómo llegaron a
Epstein? El fenómeno a superar, el Chicago Cubs, 108 años de béisbol sin un
solo campeonato mundial. Las estadísticas de televisión para las transmisiones
del campeonato mundial fueron superadas en más de un 50 por ciento al llegar a
la final de un delirante extra inning que hiciera al famoso equipo perdedor,
más amado, finalmente ganador indiscutible.
En el libro “The Cubs Way”
del reconocido escritor de béisbol de la “Sport Illustrated”, Tom Verducci
detalla los cinco años que tomó reconstruir el equipo, para ganar el título.
El éxito se debe a la
concatenación de diferentes estilos de liderazgo, de la afable paciencia del
dueño del equipo, Tom Ricketts, de la excentricidad innovadora del manager Joe
Maddon. Pero mucho más importante la forma de evolución del presidente del club
Theo Epstein, el prodigio de ejecutivo que requirió que se creciera como líder
para repetir lo que él ya había logrado con el Boston Red Sox.
Verducci describe en su
libro, el profundo entendimiento de la importancia de los valores humanos en
sus jugadores – carácter, disciplina y química -, que convirtió expertos
jugadores en líderes – permitiéndole a Epstein
desarrollar la ingeniería del mas extraordinario vuelco en el
deporte.
Ahora cambiemos
de universo, a nuestra querida patria, Colombia, donde ‘Robi’, Robinson Fabián,
quien, bajo un tremendo aguacero el 15 de febrero pasado, en el barrio 20 de
julio de Bogotá, rompió los pronósticos; partió a falta de tres vueltas para el
final y lo volvieron a ver en el podio, con la medalla
de oro y la camiseta blanca con el tricolor en el pecho.
Vive en Boyacá
en compañía de sus padres, también labriegos en una casa de campo, aun en obra
negra. En su cuarto, en la pared, tiene pegado un afiche del Sagrado Corazón. Hay
un armario con los uniformes de ciclismo que ha utilizado, los zapatos y las zapatillas
para montar bicicleta. Nació el 17 de septiembre de 1996.
Róbinson no era un buen estudiante, tampoco le llamaba la atención sembrar ni recoger la cosecha, pero lo que le agradaba era echarse el bulto al hombro y regar los cultivos, ayudando a sus padres. Todos los días se levanta alrededor de las 5:00 de la mañana, y dependiendo del tipo de entrenamiento que le indique su entrenador, Oliverio Cárdenas del equipo Boyacá, se prepara, desayunando caldo de papa, huevos, café con leche y una buena porción de pasta.
Róbinson no era un buen estudiante, tampoco le llamaba la atención sembrar ni recoger la cosecha, pero lo que le agradaba era echarse el bulto al hombro y regar los cultivos, ayudando a sus padres. Todos los días se levanta alrededor de las 5:00 de la mañana, y dependiendo del tipo de entrenamiento que le indique su entrenador, Oliverio Cárdenas del equipo Boyacá, se prepara, desayunando caldo de papa, huevos, café con leche y una buena porción de pasta.
Róbinson se va
para Tunja, donde bajo la dirección de Cárdenas y en compañía de los demás
compañeros entrena de 180 o 200 kilómetros, luego hace 20 minutos más en su
bicicleta de ruta. Finalmente en la todoterreno pedalea dos kilómetros en
terreno destapado y subida. Con frecuencia piensa en llegar a ser otro Nairo
Quintana, su ídolo, porque tiene las condiciones y quiere que sus padres dejen
de trabajar.
Ya en casa se cambia, almuerza, duerme un poco y se dirige a la parcela detrás de la casa y, acompañado por Tarzán, Abejón y Copito, los perros que cuidan la finca, echa azadón, recoge papa y la empaca, siempre pensando en que estos sacrificios le servirán para, algún día, ganar el Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta a España.
Ya en casa se cambia, almuerza, duerme un poco y se dirige a la parcela detrás de la casa y, acompañado por Tarzán, Abejón y Copito, los perros que cuidan la finca, echa azadón, recoge papa y la empaca, siempre pensando en que estos sacrificios le servirán para, algún día, ganar el Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta a España.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.